Cuando una ciudad se llama abierta

Si eres un chico ideal, sano, deportista, educado y que va a misa los domingos, quizás esta sea tu ciudad. Y sino, también.

Cracovia, la segunda ciudad más importante de Polonia y una de las ciudades más en boga en Europa, ya había sido anfitriona del Campeonato mundial de Voleibol en 2014 y siguiendo esta línea deportiva será una ciudad que acoja el Europeo de Balonmano en 2016 en el Kraków Arena.

Hay una curiosa combinación en esta ciudad que toma como propios las canchas de deporte, los libros y la fe católica en una especie de fusión espiritual hecha para los jóvenes (para sólo cierto jóvenes, hay que añadir).

Así pues, Cracovia se prepara para ser la Capital de la Juventud 2016 y no es de extrañar por cómo ha sido su historia. Ya desde hace tiempo se conoce a Cracovia como la capital de la Divina Misericordia –como explican los organizadores- y es además una localidad relevante dentro del catolicismo contemporáneo.

Un gran personaje de Cracovia fue Juan Pablo II, el papa Karol Józef Wojtyła, natural de la Pequeña Polonia (Wadowice) y arzobispo de Cracovia justo antes de que se convirtiese en el primer papa polaco.

Tanto la figura del papa, que en plena Guerra Fría se convertía en un símbolo aperturista para los países del bloque soviético, como la propia figura de Cracovia, ciudad con tradición libre pensadora que acabó siendo un eslabón productivo comunista, fueron relevantes en la caída soviética y en la evolución que tuvo Polonia con la llegada de su democracia. Dos símbolos espectadores de la sociedad civil polaca que logró el cambio como sus países vecinos en la historia reciente de Europa.

Pero esta Cracovia liberal se había silenciado ya antes de la liberación del ejército soviético. No hemos de olvidar cómo esta región de Polonia iba a ser anexionada y limpiada por parte del ejército de Hitler. El régimen nazi quería que Cracovia fuese íntegramente alemana acabando primero con los habitantes judíos y luego con los polacos. De hecho, en la operación Sonderaktion Krakau un gran número de académicos fueron llevados a campos de concentración.

Sin ir más lejos, la escena que mejor explica esos años es la limpieza del gueto de Cracovia en la Lista de Shindler.

Años más tarde, una vez acabada la guerra y con la República Popular de Polonia levantada, Cracovia creó la Siderurgia Lenin, un gran centro productivo que hoy se conoce popularmente como Tadeusz Sendzimir Steelworks. Tanto las reivindicaciones civiles de sus trabajadores como la estética de esta zona de Nowa Hutta son imprescindibles para conocer realmente cuál es el espíritu de esta ciudad y su identidad urbana.

Con todos estos ingredientes, Cracovia labró estas últimas décadas un marketing urbano muy concreto y en parte neutralizador, para equilibrar ambas visiones que hemos expuesto. Por un lado su pasado trágico y por otro su futuro intencionadamente europeo y abierto al mundo.

¿Es posible crear una imagen de ciudad abierta al resto del mundo librándose de unas décadas oscuras y sin caer en clichés de una Polonia más tradicional?

No sólo es posible, sino que es necesario. Cracovia tiene en Varsovia la capital del país, pero su objetivo es ser la vanguardia nacional en el terreno académico y cultural, diferenciándose de ésta y creando una marca propia.

Gracias a que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1978 y Capital cultural europea en el año 2000, con la llegada del milenio, Cracovia ha ido creando un Brand propio destacado.

Actualmente el lema de Cracovia, es “Cracovia ciudad abierta” y una de sus principales  valores es el de abrir lazos de fraternidad entre otras ciudades hermanas: Curitiba, Kiev, Sevilla o Nanjing estrecharon lazos con esta urbe polaca recientemente.

La agenda cultural de Cracovia es, como decimos, vibrante y única. Ha sido escogida además, la ciudad turística más atractiva de Europa en 2015 y es una de los mejores destinos de outsourcing a nivel empresarial según el ranking de Tholons.

La ubicación de la ciudad como puerta entre Oriente y Occidente, la cualidad de sus trabajadores formados y el buen precio de sus servicios hacen de este lugar, un buen ejemplo de ciudad para invertir. No es de extrañar, además, que es una muy bella ciudad digna de visitar con un gran patrimonio.

Su city branding es otro claro ejemplo de superación, dando una imagen moderna y su identidad urbana la diferencian no sólo de otras ciudades europeas centroeuropeas que podrían ser similares, sino también del resto de las grandes urbes del país polaco.

¿Cómo es posible que Cracovia no roce la excelencia?

Pues esta hermosa ciudad tiene un reto por delante para ser realmente una ciudad totalmente abierta. La Fundación por la Tolerancia de Cracovia lleva años luchando por los derechos civiles y sociales de la comunidad LGTB y la igualdad de género, y es un claro ejemplo de “puente” entre la diversidad europea occidental que tienen otras capitales y la Polonia más religiosa y tradicional.

Año tras año, y a pesar de los conflictos que generan, este colectivo intenta mostrar la parte artística, reivindicativa y educacional de un sector no tan minoritario de la ciudad, que además atrae las miradas de muchas otras partes del país y del viejo continente.

No es una ciudad perfecta pero sí una ciudad abierta. Si hay un punto de inflexión y de cambio para crear una sociedad más tolerante en Polonia, este sin lugar a dudas, es Cracovia.