Nacer de nuevo para vivir mejor

Nacer de nuevo para vivir mejor

Beirut es una ciudad llena de contrastes. No sólo debido a su diversidad cultural e inestabilidad política, sino también en términos de arquitectura y planificación urbanas ya que hay influencias económicas e históricas que son responsables de la forma que tiene el Beirut contemporáneo y que ayudan a mantener las discusiones entre urbanistas, arquitectos, políticos y ciudadanos. Especialmente parece que hay diferentes opiniones en cómo plantear el patrimonio cultural en términos de restauración, reprogramación, uso o sencillamente demolición.

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Vista parcial de Beirut y Mezquita de Mohammed al-Amin

Cuando se ven imágenes de la postguerra en Beirut se aprecian multitud de edificios dañados, ruinas de guerra y calles desiertas. Ahora tras más de dos décadas de planificación, desarrollo y reconstrucción, Beirut aún cuenta con edificios que recuerdan esos años oscuros rodeados de nuevas edificaciones en este nuevo período de desarrollo.

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Propuesta de reconstrucción de una zona de Beirut por Christian de Portzamparc

Durante los pasados años los esfuerzos y recursos que se han puesto en marcha para la reconstrucción del centro de la ciudad han sido enormes. Se la conoce como el París de Oriente Medio. Antes de la guerra, Beirut fue la única ciudad de la región que ofrecía un alto espectro de servicios y recursos tales como servicios bancarios, una excelencia educativa e instalaciones médicas y entretenimiento. Durante su época dorada Líbano atrajo a más de 1,5 millones de visitantes al año. Los visitantes venían a ver el patrimonio arqueológico y una experiencia única de ocio urbano, atracciones mediterráneas y resorts de montaña. Hoy Líbano está trabajando duro para promover sus atracciones y volver a ganar su fuerza regional como hub receptor de inversión empresarial y de ocio.

La Guerra del Líbano que ocurrió entre 1975 y 1990 dejó más de 150.000 muertos y más de 200.000 heridos. Un cuarto de la población previa a la guerra se vio obligado a emigrar y se dejó al país en ruinas, tanto los edificios de la capital como las principales infraestructuras.

La guerra urbana fue la característica principal de las operaciones militares en el Líbano. En este tipo de guerra, la lucha tiene lugar en las calles y callejones, y se mueve de casa en casa, causando un enorme sufrimiento humano. Uno de los primeros ejemplos era la conocida “batalla de los hoteles“, cuando varias milicias se posicionaban en los hoteles de gran altura frente al mar que se alzaban sobre los barrios cristianos y musulmanes adyacentes.

En los años de guerra, Beirut fue dividido a lo largo de líneas ideológicas y religiosas dando lugar un nuevo mapa mental de la ciudad. La ciudad pasó a llamarse Beirut Este y Beirut Oeste y se dividió por la Línea Verde, una demarcación que se extiende desde la Plaza de los Mártires en el centro histórico a lo largo de la Avenida de Damasco hacia el sur de la ciudad. Las fuerzas cristianas tomaron el control de Beirut Este, mientras que las milicias musulmanas y palestinos asumieron el control de Beirut Oeste.

Como resultado, fueron segregadas áreas previamente mixtas y casi toda la población musulmana en el sector oriental fue expulsada, mientras que los cristianos en el oeste de Beirut fueron sustituidos por los chiítas del sur del Líbano y el valle de la Bekaa.

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La Línea verde de Beirut deshabitaba dividía la ciudad en dos

El Distrito Central y las áreas que flanqueaban la línea de demarcación, que una vez fuera un lugar común para todos los beirutíes, se convirtieron en la principal zona de combate. Y como consecuencia directa se crearon subcentros autosuficientes desarrollados en diferentes partes de la ciudad, lo que impide la interacción cívica en todo Beirut.

Estos desarrollos no planificados y descontrolados fueron el resultado directo de la anarquía en tiempos de guerra. Hoy en día, suponen un gran desafío para la planificación de la posguerra dirigido a volver a conectar la ciudad. El fin de la guerra trajo consigo una apertura física de la ciudad, pero la línea de demarcación quedó profundamente arraigada en la mente de los beirutíes.

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Torre del Reloj, centro de Beirut 

Más allá de la enorme cantidad de destrucción física, había muchos obstáculos en el camino de la reconstrucción, entre ellos la bancarrota de la administración libanesa. Por Ley el Ayuntamiento de Beirut dio la autoridad de crear empresas inmobiliarias para acelerar la reconstrucción en las zonas dañadas por la guerra. Las empresas serían las responsables de la preparación del terreno para la venta final y la aplicación del plan urbano.

Rafiq Hariri, primer ministro y multimillonario, creó la Sociedad Libanesa para el Desarrollo y la Reconstrucción del Distrito Central de Beirut (Solidere) y se convirtió en uno de sus mayores accionistas. Y en compensación a los residentes desplazados se le concedieron acciones en la corporación, lo que dio lugar a muchas protestas ya que se fulminaba el tejido social propio de la zona.

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Solidere, Distrito central de Beirut reconstruido 

El choque entre los guardianes del patrimonio histórico y los promotores de la Solidere ha marcado toda la reconstrucción de Beirut, ya que se demolieron secciones enteras del distrito central y no siempre se pudieron preservar monumentos históricos. Actualmente se está poniendo el énfasis en el reconocimiento histórico para mantener las alineaciones de las calles originales, pero el plan maestro de reconstrucción sigue dejando algunas lagunas al no especificar los usos urbanos de las nuevas construcciones ya que la reactivación del Distrito central se puso en marcha por el sector privado y los mercados responden el poder económico, no a las necesidades sociales, lo que se ve en Beirut como un fenómeno de “dubaización” similar al de otras urbes de Oriente Medio.

La reconstrucción se ha de linkar con las metas de desarrollo sostenible y la participación de la sociedad civil.

Para el futuro de Beirut es clave la convivencia entre sus dos comunidades

Se pone el foco en la arquitectura y el diseño, aunque el gran reto sigue siendo crear un tejido urbano inclusivo. El centro de la ciudad fue una vez el melting pot libanés, donde personas de cualquier origen desarrollaban su vida. El Distrito central ha de convertirse de nuevo en el centro público y social del país, plural y respetuoso con la etnicidad, religión y status socioeconómico de sus ciudadanos, conectando además este distrito con todas las áreas adyacentes.

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Logo de Beirut

La identidad urbana de Beirut no ha sido muy tratada hasta el momento. El logo de Beirut no podría estar más atado al estado libanés. La bandera de Líbano con sus franjas rojas y el cedro están claramente representados, aunque este último en vez de estar en la zona central está coronando el logo y se sustituye por un barco fenicio, que recuerda al pasado glorioso y abierto al mundo de los primeros pobladores de esta urbe.

Beirut necesita una propuesta ejemplar de branding para acabar de forjar tres ejes fundamentales en su desarrollo socio-urbano:

  • Acabar de pacificar la capital de país es básica para que Líbano pueda seguir viviendo en paz las próximas décadas, un ejemplo primordial es conseguir ese espacio de convivencia entre musulmanes, cristianos y drusos en Beirut.
  • El desarrollo sostenible de crear una ciudad. Beirut se reconstruye elevando cimientos del pasado, pero con una proyección a futuro en pleno siglo XXI. Se ha de tener en cuenta al ciudadano, su calidad de vida e integrar los espacios abandonados de la guerra como auténticos pulmones en una ciudad más habitable.
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Evolución de las zonas verdes en el centro de Beirut tras la contienda

  • Volver a la vanguardia de Oriente Medio. La capital laica del mundo árabe que siempre se hizo ver abierta, cosmopolita e incluso influenciada por París, ha de volver a dar un mensaje al mundo de progreso, cultura y respeto.

Hay aún mucho que trabajar y tras cortos períodos de paz, Líbano y Beirut se han visto ahogados en la responsabilidad solidaria de atender al éxodo sirio y palestino, pero con una buena integración son puntos positivos en el desarrollo social.

El city branding de Beirut será exitoso cuando las postales del pasado sean sólo inspiración del presente y no el recuerdo de mejores tiempos pasados. Para ello la comunidad internacional, la Liga Árabe, la Unión Europea y consecuentemente los vecinos Israel y Siria lo han de dejar crecer en paz.


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