Hay cualidades escultóricas propias que diferencian la firma de un artista y le dan un renombre internacional. Una de las obras más características de la escultura contemporánea es la del colombiano Fernando Botero (Medellín, 1932) que con sus figuras ultraobesas, sobremasificadas y robustas lo hacen inconfundible. Cualquier ciudad que se aprecie en sus principales zonas de tráfico y disfrute tendrá coronando una de sus estatuas.
Pájaro, Parque de Antonio, Medellín
Este hombre con sus obras costumbristas hace gala de una crítica amarga y llamativa hacia ciertos problemas sociales. No se le puede separar de sus orígenes colombianos y su carrera sólo se podrá entender con el despegue de su ciudad natal de Medellín, que además, culturalmente ha dado un giro importante gracias a la donación que hizo al Museo de Antioquía, centro cultural de referencia en la capital del mismo estado y que ofrece al público una exquisita selección de la obra del artista.
Actualmente Medellín ha dado un salto cualitativo único que lo convirtió en una gran urbe de referencia en Latinoamérica, hasta tal punto que acaba de ganar el Premio a Ciudad Innovadora de 2014, galardón otorgado por The Wall Street Journal compitiendo en la final con las vanguardistas Tel Aviv y Nueva York.
Pero, ¿Cómo consiguió una ciudad con una fama de centro urbano peligrosos hace unos años, a ser referencia de la innovación en esta década?
Tenemos que ir hacia el pasado, a las décadas de los 70, 80 Y 90 para conocer cómo era de peligroso el cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar, una mafia que dio mala fama al país colombiano injustamente y que hizo temer a los ciudadanos, turistas e inversores la propia ciudad medellinense que le daba nombre.
Medellín era sinónimo de violencia, muerte y narcotráfico.
Tasa de homicidios de Medellín
La situación ha cambiado gracias a la infraestructura para la educación, la cultura y el ocio y nuevos medios de transporte más sostenibles como son los metrocables
Medellín fue la primera ciudad en el mundo en implementar un sistema de teleférico como medio de transporte público de tiempo completo, además de emplearlo con proyección social.
Desde hace unos años el propio gobierno local ha decidido dar un giro de 180º y dotar la ciudad de Medellín de un valor añadido innovador, algo que sólo ha sido posible gracias a la alianza con instituciones privadas, permitiendo un hub de diálogo y desarrollo entre el Gobierno local, las empresas privadas, organizaciones comunitarias y universidades, desde los primeros retos de infraestructuras, pasando por la participación ciudadana y llegar a la modernización tecnológica, la única manera de hacer una ciudad a la altura de los retos del siglo XXI.
El principal promotor de la nueva marca Medellín es sin lugar a dudas Ruta N, una corporación creada por la Alcaldía de Medellín, UNE (Unidad de Negocios Estratégicos) y EPM (Empresas Públicas de Medellín) que facilita la evolución económica de la ciudad hacia negocios intensivos en ciencia, tecnología e innovación, de forma incluyente y sostenible. Su principal objetivo de cara al año 2021 es posicionar a Medellín como la ciudad más innovadora de América Latina.
El premio de Ciudad del Año no es el punto y final, sino la mecha necesaria para seguir avanzando desde una esfera local a la consolidación del continente sudamericano como motor de desarrollo. El éxito del Medellín innovador que se nos presente fue su talante envolvente y aglutinador que incluyó al sector público y privado, a los ciudadanos y las instituciones.
Conseguir que los medios posicionen a Medellín internacionalmente en lo que se ha convertido gracias al esfuerzo colectivo y no en el caos violento que la prensa etiquetó en el pasado por culpa de una minoría descarriada será su estrategia los próximos años.
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